VALORES

EL HIJO DEL MÉDICO

Una vez, un niño entró en la sala de emergencia de un hospital tras haber sido atropellado. El motorizado que lo auxilió, al solicitársele que efectuara el depósito necesario para atender al niño, informó que no poseía en ese momento efectivo o cheque que pudiera dejar en garantía, pero que, si el hospital aceptase, efectuaría el depósito a primera hora de la mañana.
La enfermera, ante la imposibilidad de ordenar que el niño fuera atendido, fue a consultar el caso con uno de los directores del hospital que, justamente esa noche, estaba de guardia. El doctor no dio la orden de atenderlo, hecho que condujo a la muerte del infante. Cuando un rato después, el médico fue llamado para firmar el deceso del niño, descubre que éste era su hijo, quien pudo haberse salvado si hubiese sido atendido...
Cuando se pierde la sensibilidad en la vida, podemos perder mucho más que dinero, reputación y cosas. Podemos perder aún lo que más amamos. Compasión y sensibilidad son dos elementos vitales para guardar con mucho celo, porque a la larga podrían ser beneficiados los más cercanos y amados.

Al abrirla, vio al niño, y he aquí, el niño lloraba. Y le tuvo compasión, y dijo: Este es uno de los niños de los hebreos. Exodo 2:6

Y El respondió: Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión.Exodo 33:19



NECESITABA  UN  HIJO

La enfermera acompañó a un joven cansado y ansioso hasta la cama de un hombre mayor. Su hijo está aquí, le susurró al paciente. Tuvo que repetir esas palabras varias veces antes que los ojos del paciente se abrieran. Estaba bajo los efectos de un fuerte sedante debido al dolor por su ataque al corazón, y veía confusamente al joven parado en el exterior de su carpa de oxígeno.



Extendió su mano y el joven la tomó firmemente con las suyas, transmitiéndole un mensaje de aliento. La enfermera trajo una silla al lado de la cama. Toda la noche el joven estuvo sentado sosteniendo la mano del anciano y dándole suaves palabras de esperanza. El moribundo no decía nada y mientras se sostenía firmemente de su hijo.

Al acercarse la madrugada, el paciente murió. El joven puso sobre la cama la mano sin vida que había estado sosteniendo y fue a notificar a la enfermera. El joven esperó, mientras la enfermera hacía lo necesario. Cuando concluyó su tarea, la enfermera comenzó a prodigar palabras de consuelo al joven. Pero él la interrumpió.



-¿Qué era ese hombre?, le preguntó.



-Yo creí que era su padre, contestó la sorprendida enfermera.



-No, no era mi padre, contestó él, nunca antes lo había visto.



-¿Por qué, entonces, no me dijo nada usted cuando lo llevé hasta él?, le preguntó la enfermera.



-Él replicó, Yo también sabía que él necesitaba a su hijo, y su hijo no estaba aquí. Cuando me di cuenta que estaba demasiado enfermo como para distinguir si yo era o no su hijo, comprendí cuánto me necesitaba.



Colosenses 3:12 -15



12. Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia,



13. soportándoos los unos a los otros y perdonándoos los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros.



14. Pero sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.



15. Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.